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sábado, 10 de mayo de 2014

¿Qué es la organización popular?





TERCEROS  DE BACHILLERATO A y B

LUEGO DE OBSERVAR EL SIGUIENTE VIDEO HACER LAS SIGUIENTES ACTIVIDADES:

1.- Definir con su propio léxico lo que es Organización Popular.

2.- Por qué se forman las organizaciones populares?

3.- Deducir dos aspectos positivos y dos aspectos negativos de las organizaciones populares.

4.- Enlistar 10 organizaciones populares y/ o sociales.

Tarea llevarlo en el cuaderno de materia.



AYUDARSE DEL SIGUIENTE DOCUMENTO







ORGANIZACIONES SOCIALES
http://www.eurosur.org/FLACSO/mujeres/pleca.gif
No se dispone de información
cuantitativa sobre la participación femenina en organizaciones sociales mixtas,
si bien su presencia en muchas de ellas es indiscutible, tanto en el ámbito
sindical como campesino, popular urbano, de pequeños productores y comerciantes
y de indígenas.
En los años setenta se crean las
primeras Secretarías de la Mujer en organizaciones sindicales, pero es sólo en
la segunda mitad de la década de los ochenta que se desarrollan, en el seno de
diversas organizaciones, actividades dirigidas específicamente a las mujeres.
De hecho, las principales Federaciones y Confederaciones de trabajadores y
campesinos poseen un Departamento o Secretaría de la Mujer.
La Confederación Ecuatoriana de
Organizaciones Libres Sindicales (CEOLS) cuenta con una Secretaría de la Mujer
desde 1975. En 1986 se creó dentro de la Federación de Trabajadores Libres del
Guayas (FETLIG) la Secretaría de la Mujer y Asuntos Juveniles, la cual se
amplió posteriormente a los Asuntos Sociales. Actualmente, en el Comité
Ejecutivo de la FETLIG tres mujeres presiden Secretarías en calidad de
principales.
La Federación de Trabajadores de
Pichincha (FTP) tiene una Secretaría de la Mujer desde 1986, destinada a formar
y capacitar a las dirigentas, integrada por sesenta mujeres, y la Central
Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas (CEDOC) también creó un Departamento de
la Mujer. En los últimos años cobra importancia el trabajo del Departamento de
la Mujer Trabajadora de la Federación de Trabajadores Libres de Pichincha
(FETRALPI), que tiene 9.000 mujeres afiliadas de un total de 30.000.
El sindicalismo ecuatoriano cuenta
hoy día con una líder femenina, quien ocupó la máxima dignidad de la Central de
Trabajadores del Ecuador (CTE) y luego la presidencia del Frente Unitario de
Trabajadores (FUT).
La Coordinadora Nacional de Grupos
Negros Ecuatorianos, que reúne a más de 150 grupos, dispone de una Comisión de
la Mujer desde 1990, con comités en Esmeraldas, Guayas, Imbabura y Carchi.
Un número significativo de
organizaciones populares mixtas, urbanas y rurales, tiene participación femenina
y desarrolla igualmente actividades específicas hacia ellas. Las hay en
diferentes provincias, tanto a nivel de base como también a nivel intermedio o
de segundo grado (Federaciones, Uniones, Confederaciones, etc.). Se destacan
organizaciones de comerciantes minoristas, pequeños productores y procesadores
de yuca.
En los pueblos indígenas, si bien
no tienen una clara representación a nivel público y político, las mujeres han
jugado un rol importante en sus luchas desde las sublevaciones indígenas de los
siglos XVII y XVIII: en el Motín de las Recatonas de Pelileo en 1780 y en la
Asonada de las Mujeres de Baños en la provincia de Tungurahua; también en las
sublevaciones de Licto, Columbe y Guamote en la provincia de Chimborazo en
1803. En el presente siglo, su acción fue pionera en la constitución de las
primeras organizaciones y federaciones campesinas e indígenas, como la
Federación Ecuatoriana de Indios, de la cual Dolores Cacuango y Tránsito Amaña
fueron sus promotoras y dirigentas.
En los años 85 y 86 se crean las
Secretarías de la Mujer en la organización indígena ECUARRUNARI, la
Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana
(CONFENIAE) y la Confederación Nacional Indígena Ecuatoriana (CONAIE). En 1986
se realizó el Primer Congreso de la Mujer Indígena de la CONAIE, a partir del
cual se creó la Dirigencia de la Mujer para optimizar su participación en el
proceso organizativo.
En el Levantamiento Nacional
Indígena de junio de 1990, producido como consecuencia de sus históricas reivindicaciones
sobre la tierra y el respeto a sus tradiciones, las mujeres tuvieron una activa
participación, marcando un nuevo hito en su proceso de organización.
ORGANIZACIONES SOCIALES MIXTAS
CON SECRETARIA DE LA MUJER, 1991

Organizaciones
sindicales



Departamento
de la Mujer Trabajadora

Federación de Trabajadores Libres de Pichincha
(FETRALPI)

Secretaría
de la Mujer

Confederación de Trabajadores del Ecuador

Secretaría
de la Mujer

CEOLS - Quito (Pichincha)

Secretaría
de la Mujer

Unión Campesina del Azuay (UNASAY)

Secretaría
de la Mujer

Federación Provincial de Organizaciones
Campesinas y Populares del Sur (FUPOCPS)

Secretaría
de la Mujer, Asuntos Juveniles y Asuntos Sociales

Federación de Trabajadores Libres del Guayas
(FETLIG)

Departamento
de la Mujer

Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas
(CEDOC), Organizaciones Clasistas (CEDOC)

Secretaría
de la Mujer

Federación de Trabajadores de Pichincha (FTP)

Grupos
negros



Comisión
de la Mujer

Coordinadora Nacional de Grupos Negros
Ecuatorianos

Organizaciones
indígenas



Secretaría
de la Mujer

Pichincha-Riccharimui

Secretaría
de la Mujer

ECUARRUNARI

Secretaría
de la Mujer

Confederación de Nacionalidades Indígenas de la
Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE)

Secretaría
de la Mujer

Confederación Nacional Indígena Ecuatoriana
(CONAIE)

Fuentes: FLACSO-Quito. CECIM-María
Quilla-CEAAL, Directorio "Trabajando
con Mujeres en el Ecuador", Quito,
1990. ACDI-CEPLAES, Entre los límites y las rupturas. Las mujeres ecuatorianas
en la década de los 80, Quito, 1992.

ORGANIZACIONES
POPULARES MIXTAS, URBANAS Y RURALES, CON PARTICIPACION FEMENINA, 1991
  • Casa Campesina – Cayambe
  • Club 4 F – Pichincha
  • Asociación Cristiana de
    Jóvenes (ACJ) – Quito
  • Escuela de Educación y
    Cultura Andina – Bolívar
  • Unión de Organizaciones
    Populares de Ayora-Cayambe (UNOPAC)
  • Federación Nacional de
    Comerciantes Minoristas (FENACOMI) – Quito
  • Unión Noroccidental de
    Organizaciones Campesinas y Poblacionales de Pichincha (UNOCYP) –
    Pichincha
  • Federación Campesina de
    Bolívar, FECAB-BRUNARI – Bolívar
  • Unión de Organizaciones
    Campesinas de Esmeraldas (UOCE)
  • Unión de Organizaciones
    Campesinas de Manabí (UNOCAM)
  • Movimiento Afroecuatoriano
    CONCIENCIA – Esmeraldas
  • Unión de Asociaciones de
    Productores y Procesadores de Yuca (UAPPY) – Esmeraldas
  • UAPPY - Portoviejo (Manabí)
  • Pro-Familias Unidas
 Fuentes:
CECIM-María Quilla-CEAAL, Directorio "Trabajando con mujeres en el
Ecuador", Quito, 1990. ACDI-CEPLAES, Entre los límites y
las
rupturas
. Las
mujeres ecuatorianas en la década de los 80, Quito, 1992.



Los que se portan mal

Por Adriana Amado


Protesta social: barómetro de la democracia y derecho a la libertad de expresión







“El derecho a disentir es lo propio de las sociedades democráticas. Y
la protestaes el ejercicio activo de la libertad de expresión” plantea
Omar Rincón, director del
C3 y uno de los editores de un libro que compila las miradas de
diecisiete periodistas de toda Latinoamérica para mostrar en primera
persona qué está pasando en un continente que sigue en pie de protesta.
Eligieron como título “Vamos a portarnos mal”, de una canción de la agrupación Calle 13, sonido puro de rebeldía latina de hoy. ¿Por qué hablar de mal comportamiento si se trata del ejercicio del derecho a expresar lo que no se
escucha por otras vías? Explica Omar Rincón que “la protesta social y
la movilización es vista como ‘portarse mal’ por los gobernantes, los medios de comunicación
y los poderosos. Siempre dicen: ‘si se portan bien, habrá diálogo’. Y
es así, protestar es un asunto de mala educación política para los
poderosos: interfieren la movilidad, entorpecen el paisaje, ensucian la
vida pública. ¡Eso es lo que molesta, no sus peticiones!”. A esto habría
que agregar, como canta Calle 13, que la protesta calma la injusticia,
la impotencia del ciudadano que no se siente escuchado: “el desorden es
tu penicilina, brincando curas los dolores sin aspirina”.


Eleonora Rabinovich, Directora del área de Libertad de Expresión de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), participó junto con Rincón y Ana Lucía Magrini en la edición del libro y compartió con plazademayo.com algunas ideas que surgen de esa investigación.





¿Qué es hoy la protesta en América Latina?


La protesta forma parte de la vida en democracia y constituye una forma de participación política.
En regiones como América Latina expresa, en muchos casos, una alta
conflictividad social producto de desigualdades y derechos vulnerados.
No hay un escenario uniforme, homogéneo, sino que existen una variedad
de mecanismos y una multiplicidad de demandas en juego dependiendo de
cada contexto. No es lo mismo la protesta social en Honduras tras el
golpe, que en Uruguay, por ejemplo. Sin embargo, también se pueden
encontrar puntos en común, como que por ejemplo las movilizaciones se
enmarcan en un contexto de generalizada crisis de representación
política.





¿Qué se reclama?


Hay un sinnúmero de reclamos: en primer lugar, luchas por los derechos económicos y sociales, el derecho a la tierra,
la defensa de los recursos naturales, con una característica: muchas
veces la pelea es por reclamos de derechos ya establecidos en luchas
anteriores que deben consolidarse. Las distintas historias que componen
el libro destacan la centralidad que tienen los movimientos indígenas.
Luego, entre otros, los artículos cuentan las protestas de los
movimientos de derechos humanos, las luchas de género y las protestas
por la diversidad sexual, que son relativamente recientes en algunos
países, y los estudiantes como un colectivo significativo. Del libro se
desprende que la protesta es fundamentalmente, pero no solamente, un
instrumento de los grupos más vulnerables: hay protestas configuradas
desde lugares de resistencia que buscan transformaciones sociales (como
el movimiento piquetero, los Sin Tierra en Brasil) y también protestas
configuradas desde el espacio dominante (grupos económicos, Iglesia,
etc.) que generalmente surgen cuando sus intereses económicos o
ideológicos son afectados.





Dice Omar Rincón que la protesta social en tanto acto creativo y
político de la libertad de expresión, en tanto lucha por la
significación pública, tiene distintas estéticas. Y enumera las diversas
manifestaciones culturales que asume: el piquete, el escrache, los
cacerolazos, los cortes de ruta, la paralización, el caminar, las
mingas, músicas, stickers, graffitis, el silencio, la desnudez; las
clásicas como huelgas, paros cívicos, movilizaciones, manifestaciones; y
las de las nuevas tecnologías que usan intensivamente el internet, el twitter, el mensaje de texto,
el celular para campañas de activismo político en código abierto y para
llevar a cabo flashmobs u organizar cómo se actúa para tomarse un lugar
público. También aclara que desde la mirada de los gobiernos y los
medios de comunicación no todas las protestas son iguales: hay
“protestas bien” como las ecológicas, feministas, indigenistas, gays,
que son causas “progres” que no quedaría bien repudiar abiertamente.
Están “las protestas problemáticas”, las de los derechos humanos, que no
se entienden pero que terminan asumiéndose más por temor que por
convencimiento. Y también están “las protestas mal” de sindicalistas,
jóvenes, afros, estudiantes, educadores, gente sin tierra. En el relato
del poder, dice Rincón, “esas solo quieren desestabilizar la comodidad
del sistema y están siempre infiltradas de violentos”.


Ana Lucía
Magrini, la otra editora de la obra, explica por qué no es aceptable ese
relato del poder. Plantea la investigadora que “La protesta social es
la válvula de escape
del conflicto en democracia y, por lo tanto, nunca es un atentado a las
lógicas de la democracia sino un requisito y hasta un “indicador” de
los niveles de democracia de un régimen político y comunicativo. Si no
hay posibilidad de protesta social, si los gobiernos criminalizan la
protesta social, si los medios de comunicación la invisibilizan y la
estigmatizan, entonces asistimos a un régimen democrático endeble o al
menos restringido”. Rabinovich explica en la charla esta paradoja.





-El libro intenta mostrar que la protesta es un indicador de
democracia, pero desde el poder y los medios se presentan a los que
protestan como enemigos de la democracia…



La protesta forma parte de la vida en democracia y debe ser entendida
como una forma de participación política. La protesta, en general, no
debería ser considerada como un atentado contra la democracia sino más
bien un “indicador” de los niveles de democracia de un régimen político.
Cómo decimos en el libro, si no hay posibilidad de protesta social, si
los gobiernos criminalizan la protesta social, entonces asistimos a un
régimen democrático endeble o al menos restringido. Paradójicamente, la
protesta también es un indicador de la capacidad de procesamiento
institucional de las demandas de la población o de alguno de sus
sectores.





Pero no es así como el Estado recibe las manifestaciones sociales…

La protesta busca hacer valer una demanda que el Estado debe canalizar
de algún modo, pide por oídos institucionales. En este sentido, existen
evidentes problemas en varios países de la región. Como ocurre cuando
los Estados responden a través de la represión y el uso desproporcionado
de la fuerza pública, o responden a través de la criminalización y
persecución judicial de quienes protestan, en frecuente violación a los
principios que rigen la intervención estatal en este campo. Pero además
hay otras formas de apaciguar las demandas que pueden resultar
problemáticas y que son señaladas en varios de los artículos:
la cooptación de los movimientos, la estigmatización o descalificación
de los grupos o sus líderes, o la deslegitimación a través del llamado a
diálogos no efectivos.





¿Y los medios? ¿No contribuyen también a la deslegitimación de la protesta?


Los medios son otro de los sujetos interpelados por la
protesta, porque se busca la repercusión mediática como forma de ganar
visibilidad e influir en las agendas públicas y políticas. Con matices y
muchas excepciones, la protesta es generalmente comunicada desde una
matriz de espectacularidad y simplificación, donde no hay un seguimiento
de las demandas y los procesos sino que lo noticiable es la crisis, o
como dice el presidente del Colegio de Periodistas de Chile “La protesta
no es noticia hasta que revienta”. Se utiliza frecuentemente una
narrativa delictiva, ocultando los temas de fondo y despolitizándola, y
abunda la descalificación de quienes protestan (son “violentos”,
“antidemocráticos” “haraganes”). También hay protestas y reclamos que no
tienen espacio en los medios y quedan invisibilizadas. Otra cosa que
surge de los relatos es que hay protestas de primera y protestas de
segunda, con distinto grado de tolerancia según quien manifieste. Pero
no todo es tan lineal: el periodista de Ecuador cuenta que los medios
críticos del gobierno dan amplia cobertura a las protestas de sectores
que constituyeron la base de apoyo de Correa, usándola como termómetro
de la inestabilidad política. De este modo, sectores contrapuestos son
visibilizados como parte de la misma oposición política.





¿Por qué plantean que protesta es una forma colectiva de ejercer la libertad de expresión?


Muchas veces es la única vía que encuentran determinados sectores
para expresar su voz frente a canales institucionales cerrados y con
serias dificultades para acceder a los medios de comunicación. La
protesta, en ese sentido, es una precondición para el ejercicio de otros
derechos. Una precondición del propio sistema democrático que debe
garantizar por un lado, la circulación de la mayor cantidad de voces
dentro del debate público, y en particular, la inclusión de los sectores
más vulnerables, y por otro, una supertolerancia frente a la crítica
política y las ideas disidentes. Por todas estas razones, para el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos la protesta, la protesta
política y la protesta de los grupos vulnerables constituye un tipo de
discurso especialmente protegido cuya limitación se encuadra dentro de
ciertos estándares muy específicos.





Si la protesta es una forma de ejercicio de libertad de expresión, ¿qué garantías deben exigirse para su cumplimiento?


Los gobiernos deben promover, en primer lugar, oportunidades de
expresión para todos los sectores, en particular para que los que tengan
dificultades de ingresar en el debate público. Esto forma parte del
derecho a la libertad de expresión entendido como derecho individual
pero también social. En relación con la protesta, esto no significa que
no pueda ser razonable y proporcionalmente regulada, pero deben
respetarse las exigencias y condiciones que impone el respeto al
ejercicio de la libertad de expresión de acuerdo al Sistema
Interamericano de Derechos Humanos. Como dijo la Relatoría para la
Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
los límites desproporcionados de la protesta, en particular cuando se
trata de grupos que no tienen otra forma de expresarse públicamente,
comprometen seriamente el derecho a la libertad de expresión. Por otra
parte, la protesta busca muchas veces canalizar un reclamo por derechos
insatisfechos, y hay que prestar atención al desenlace que tiene, en
relación con la capacidad estatal de articular y procesar demandas y
traducirlas en reconocimiento de derechos.





Dos autoridades mundiales avalan esta posición. Frank La Rue, relator Especial de las Naciones Unidas sobre Libertad de Opinión y Expresión,
dice en el libro que “En ningún caso puede un gobierno o autoridad de
Estado limitar la movilización o protesta social para silenciar la
crítica a su gestión o a hechos o acciones que afecten los derechos de
la población. Cabe mencionar, que en muchos países del mundo la
movilización o protesta no tiene requisitos previos, más que informar
oportunamente de su recorrido por razones de organización del tránsito”.
A su vez Catalina Botero, Relatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA
agrega que “en algunos países en los que existe una gran polarización y
una enorme intolerancia a la crítica y a la disidencia, la protesta
social se estigmatiza y criminaliza y las personas que simplemente salen
a la calle a defender sus derechos o sus opiniones, se pueden ver
enfrentadas incluso a procesos penales por crímenes como terrorismo o
sedición. En otros lugares en los que existe mayor tolerancia y respeto,
se han presentado sin embargo excesos inaceptables de la fuerza
pública”.


En Argentina estamos lamentando estos abusos. Como los de fuerzas
policiales que acabaron con la vida de uno de los manifestantes de la
Comunidad La Primavera. O los excesos de fuerzas paraestatales, que
actuaron por consentimiento u omisión del poder público, como en el caso
de Mariano Ferreyra. Sin embargo, todavía cuesta entender que en
democracia el derecho de expresión es tan válido como el del libre
tránsito, el del orden público, el principio de autoridad, o cualquier
argumento que intente deslegitimar la posibilidad de escuchar una voz
que generalmente estalla por estar cansada de ser desatendida. Dice la
canción de Calle 13 “Vamos a portarnos mal, pero con dignidad”.
- See more at:
http://www.plazademayo.com/2011/06/protesta-social-barometro-de-la-democracia-y-derecho-a-la-libertad-de-expresion/#sthash.Q1QDusV7.dpuf






Los que se portan mal

Por Adriana Amado


Protesta social: barómetro de la democracia y derecho a la libertad de expresión







“El derecho a disentir es lo propio de las sociedades democráticas. Y
la protestaes el ejercicio activo de la libertad de expresión” plantea
Omar Rincón, director del
C3 y uno de los editores de un libro que compila las miradas de
diecisiete periodistas de toda Latinoamérica para mostrar en primera
persona qué está pasando en un continente que sigue en pie de protesta.
Eligieron como título “Vamos a portarnos mal”, de una canción de la agrupación Calle 13, sonido puro de rebeldía latina de hoy. ¿Por qué hablar de mal comportamiento si se trata del ejercicio del derecho a expresar lo que no se
escucha por otras vías? Explica Omar Rincón que “la protesta social y
la movilización es vista como ‘portarse mal’ por los gobernantes, los medios de comunicación
y los poderosos. Siempre dicen: ‘si se portan bien, habrá diálogo’. Y
es así, protestar es un asunto de mala educación política para los
poderosos: interfieren la movilidad, entorpecen el paisaje, ensucian la
vida pública. ¡Eso es lo que molesta, no sus peticiones!”. A esto habría
que agregar, como canta Calle 13, que la protesta calma la injusticia,
la impotencia del ciudadano que no se siente escuchado: “el desorden es
tu penicilina, brincando curas los dolores sin aspirina”.


Eleonora Rabinovich, Directora del área de Libertad de Expresión de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), participó junto con Rincón y Ana Lucía Magrini en la edición del libro y compartió con plazademayo.com algunas ideas que surgen de esa investigación.





¿Qué es hoy la protesta en América Latina?


La protesta forma parte de la vida en democracia y constituye una forma de participación política.
En regiones como América Latina expresa, en muchos casos, una alta
conflictividad social producto de desigualdades y derechos vulnerados.
No hay un escenario uniforme, homogéneo, sino que existen una variedad
de mecanismos y una multiplicidad de demandas en juego dependiendo de
cada contexto. No es lo mismo la protesta social en Honduras tras el
golpe, que en Uruguay, por ejemplo. Sin embargo, también se pueden
encontrar puntos en común, como que por ejemplo las movilizaciones se
enmarcan en un contexto de generalizada crisis de representación
política.





¿Qué se reclama?


Hay un sinnúmero de reclamos: en primer lugar, luchas por los derechos económicos y sociales, el derecho a la tierra,
la defensa de los recursos naturales, con una característica: muchas
veces la pelea es por reclamos de derechos ya establecidos en luchas
anteriores que deben consolidarse. Las distintas historias que componen
el libro destacan la centralidad que tienen los movimientos indígenas.
Luego, entre otros, los artículos cuentan las protestas de los
movimientos de derechos humanos, las luchas de género y las protestas
por la diversidad sexual, que son relativamente recientes en algunos
países, y los estudiantes como un colectivo significativo. Del libro se
desprende que la protesta es fundamentalmente, pero no solamente, un
instrumento de los grupos más vulnerables: hay protestas configuradas
desde lugares de resistencia que buscan transformaciones sociales (como
el movimiento piquetero, los Sin Tierra en Brasil) y también protestas
configuradas desde el espacio dominante (grupos económicos, Iglesia,
etc.) que generalmente surgen cuando sus intereses económicos o
ideológicos son afectados.





Dice Omar Rincón que la protesta social en tanto acto creativo y
político de la libertad de expresión, en tanto lucha por la
significación pública, tiene distintas estéticas. Y enumera las diversas
manifestaciones culturales que asume: el piquete, el escrache, los
cacerolazos, los cortes de ruta, la paralización, el caminar, las
mingas, músicas, stickers, graffitis, el silencio, la desnudez; las
clásicas como huelgas, paros cívicos, movilizaciones, manifestaciones; y
las de las nuevas tecnologías que usan intensivamente el internet, el twitter, el mensaje de texto,
el celular para campañas de activismo político en código abierto y para
llevar a cabo flashmobs u organizar cómo se actúa para tomarse un lugar
público. También aclara que desde la mirada de los gobiernos y los
medios de comunicación no todas las protestas son iguales: hay
“protestas bien” como las ecológicas, feministas, indigenistas, gays,
que son causas “progres” que no quedaría bien repudiar abiertamente.
Están “las protestas problemáticas”, las de los derechos humanos, que no
se entienden pero que terminan asumiéndose más por temor que por
convencimiento. Y también están “las protestas mal” de sindicalistas,
jóvenes, afros, estudiantes, educadores, gente sin tierra. En el relato
del poder, dice Rincón, “esas solo quieren desestabilizar la comodidad
del sistema y están siempre infiltradas de violentos”.


Ana Lucía
Magrini, la otra editora de la obra, explica por qué no es aceptable ese
relato del poder. Plantea la investigadora que “La protesta social es
la válvula de escape
del conflicto en democracia y, por lo tanto, nunca es un atentado a las
lógicas de la democracia sino un requisito y hasta un “indicador” de
los niveles de democracia de un régimen político y comunicativo. Si no
hay posibilidad de protesta social, si los gobiernos criminalizan la
protesta social, si los medios de comunicación la invisibilizan y la
estigmatizan, entonces asistimos a un régimen democrático endeble o al
menos restringido”. Rabinovich explica en la charla esta paradoja.





-El libro intenta mostrar que la protesta es un indicador de
democracia, pero desde el poder y los medios se presentan a los que
protestan como enemigos de la democracia…



La protesta forma parte de la vida en democracia y debe ser entendida
como una forma de participación política. La protesta, en general, no
debería ser considerada como un atentado contra la democracia sino más
bien un “indicador” de los niveles de democracia de un régimen político.
Cómo decimos en el libro, si no hay posibilidad de protesta social, si
los gobiernos criminalizan la protesta social, entonces asistimos a un
régimen democrático endeble o al menos restringido. Paradójicamente, la
protesta también es un indicador de la capacidad de procesamiento
institucional de las demandas de la población o de alguno de sus
sectores.





Pero no es así como el Estado recibe las manifestaciones sociales…

La protesta busca hacer valer una demanda que el Estado debe canalizar
de algún modo, pide por oídos institucionales. En este sentido, existen
evidentes problemas en varios países de la región. Como ocurre cuando
los Estados responden a través de la represión y el uso desproporcionado
de la fuerza pública, o responden a través de la criminalización y
persecución judicial de quienes protestan, en frecuente violación a los
principios que rigen la intervención estatal en este campo. Pero además
hay otras formas de apaciguar las demandas que pueden resultar
problemáticas y que son señaladas en varios de los artículos:
la cooptación de los movimientos, la estigmatización o descalificación
de los grupos o sus líderes, o la deslegitimación a través del llamado a
diálogos no efectivos.





¿Y los medios? ¿No contribuyen también a la deslegitimación de la protesta?


Los medios son otro de los sujetos interpelados por la
protesta, porque se busca la repercusión mediática como forma de ganar
visibilidad e influir en las agendas públicas y políticas. Con matices y
muchas excepciones, la protesta es generalmente comunicada desde una
matriz de espectacularidad y simplificación, donde no hay un seguimiento
de las demandas y los procesos sino que lo noticiable es la crisis, o
como dice el presidente del Colegio de Periodistas de Chile “La protesta
no es noticia hasta que revienta”. Se utiliza frecuentemente una
narrativa delictiva, ocultando los temas de fondo y despolitizándola, y
abunda la descalificación de quienes protestan (son “violentos”,
“antidemocráticos” “haraganes”). También hay protestas y reclamos que no
tienen espacio en los medios y quedan invisibilizadas. Otra cosa que
surge de los relatos es que hay protestas de primera y protestas de
segunda, con distinto grado de tolerancia según quien manifieste. Pero
no todo es tan lineal: el periodista de Ecuador cuenta que los medios
críticos del gobierno dan amplia cobertura a las protestas de sectores
que constituyeron la base de apoyo de Correa, usándola como termómetro
de la inestabilidad política. De este modo, sectores contrapuestos son
visibilizados como parte de la misma oposición política.





¿Por qué plantean que protesta es una forma colectiva de ejercer la libertad de expresión?


Muchas veces es la única vía que encuentran determinados sectores
para expresar su voz frente a canales institucionales cerrados y con
serias dificultades para acceder a los medios de comunicación. La
protesta, en ese sentido, es una precondición para el ejercicio de otros
derechos. Una precondición del propio sistema democrático que debe
garantizar por un lado, la circulación de la mayor cantidad de voces
dentro del debate público, y en particular, la inclusión de los sectores
más vulnerables, y por otro, una supertolerancia frente a la crítica
política y las ideas disidentes. Por todas estas razones, para el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos la protesta, la protesta
política y la protesta de los grupos vulnerables constituye un tipo de
discurso especialmente protegido cuya limitación se encuadra dentro de
ciertos estándares muy específicos.





Si la protesta es una forma de ejercicio de libertad de expresión, ¿qué garantías deben exigirse para su cumplimiento?


Los gobiernos deben promover, en primer lugar, oportunidades de
expresión para todos los sectores, en particular para que los que tengan
dificultades de ingresar en el debate público. Esto forma parte del
derecho a la libertad de expresión entendido como derecho individual
pero también social. En relación con la protesta, esto no significa que
no pueda ser razonable y proporcionalmente regulada, pero deben
respetarse las exigencias y condiciones que impone el respeto al
ejercicio de la libertad de expresión de acuerdo al Sistema
Interamericano de Derechos Humanos. Como dijo la Relatoría para la
Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
los límites desproporcionados de la protesta, en particular cuando se
trata de grupos que no tienen otra forma de expresarse públicamente,
comprometen seriamente el derecho a la libertad de expresión. Por otra
parte, la protesta busca muchas veces canalizar un reclamo por derechos
insatisfechos, y hay que prestar atención al desenlace que tiene, en
relación con la capacidad estatal de articular y procesar demandas y
traducirlas en reconocimiento de derechos.





Dos autoridades mundiales avalan esta posición. Frank La Rue, relator Especial de las Naciones Unidas sobre Libertad de Opinión y Expresión,
dice en el libro que “En ningún caso puede un gobierno o autoridad de
Estado limitar la movilización o protesta social para silenciar la
crítica a su gestión o a hechos o acciones que afecten los derechos de
la población. Cabe mencionar, que en muchos países del mundo la
movilización o protesta no tiene requisitos previos, más que informar
oportunamente de su recorrido por razones de organización del tránsito”.
A su vez Catalina Botero, Relatora Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA
agrega que “en algunos países en los que existe una gran polarización y
una enorme intolerancia a la crítica y a la disidencia, la protesta
social se estigmatiza y criminaliza y las personas que simplemente salen
a la calle a defender sus derechos o sus opiniones, se pueden ver
enfrentadas incluso a procesos penales por crímenes como terrorismo o
sedición. En otros lugares en los que existe mayor tolerancia y respeto,
se han presentado sin embargo excesos inaceptables de la fuerza
pública”.


En Argentina estamos lamentando estos abusos. Como los de fuerzas
policiales que acabaron con la vida de uno de los manifestantes de la
Comunidad La Primavera. O los excesos de fuerzas paraestatales, que
actuaron por consentimiento u omisión del poder público, como en el caso
de Mariano Ferreyra. Sin embargo, todavía cuesta entender que en
democracia el derecho de expresión es tan válido como el del libre
tránsito, el del orden público, el principio de autoridad, o cualquier
argumento que intente deslegitimar la posibilidad de escuchar una voz
que generalmente estalla por estar cansada de ser desatendida. Dice la
canción de Calle 13 “Vamos a portarnos mal, pero con dignidad”.
- See more at:
http://www.plazademayo.com/2011/06/protesta-social-barometro-de-la-democracia-y-derecho-a-la-libertad-de-expresion/#sthash.Q1QDusV7.dpuf





L

sábado, 3 de mayo de 2014

DECIMOS AÑOS

ENTREGAR EN EL CUADERNO DE MATERIA EL DIA LUNES 5-05-14



ETAPAS O TIPOS DE INTEGRACIÓN

La integración es un proceso gradual que va cumpliendo etapas hasta llegar a la unión económica.  De aquí que cada una de estas etapas sea también una modalidad de integración.
1.- RÉGIMEN DE PREFERENCIA ARANCELARIA.- En ella cada uno de los países miembros de un proyecto de integración, deciden que para el comercio de bienes y servicios entre los mismos se establezca un arancel o aranceles menores a los que rigen en cada uno de esos países para el resto del mundo.
2.-  ZONA DE LIBRE COMERCIO.- Esto quiere decir que los países deciden eliminar todos los aranceles para el comercio de bienes entre ellos, creando un mercado único y ampliado de bienes, dejando a voluntad de cada país establecer niveles arancelarios diferentes para el resto del mundo.  En esta etapa también se deben eliminar las prohibiciones y las barreras arancelarias existentes, es decir, los obstáculos que impiden el comercio de los países integrados.  Ejemplo: ALADI, ALCA, G3, TLC.
3.- UNIÓN ADUANERA.- Es una tercera etapa, y se arriba cuando los países integrados en una zona de libre comercio deciden unificar los aranceles, es decir, los impuestos que cada uno de ellos cobra al resto del mundo, y convertirlos en uno solo y  común para cada producto que se compra fuera de la zona.  De esta manera se está frente a lo que se conoce como unión aduanera.  Ejemplo: MERCOSUR, Comunidad Andina de Naciones CAN.
4.- MERCADO COMÚN.- Es una unión aduanera que además permite el libre tránsito de servicios, capitales y personas entre los países integrados puede vender a otro de la misma zona mercaderías sin pago de impuestos y restricciones de ningún tipo, sino también servicios tales como telecomunicaciones, turismo, transporte, seguros y otros.
5.- UNIÓN ECONÓMICA.- Es un mercado común pero que posee políticas comunes y únicas para los países integrados, materia monetaria, cambiaria, fiscal, agrícola, industrial y otras de orden económico, y hasta de defensa y de política exterior.  Es decir que, además de libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales, y del arancel externo común, los países de la zona de integración deben armonizar sus políticas económicas de manera a evitar distorsiones en el comercio entre los mismos, como también estructurar medidas económicas y políticas comunes entre las relaciones con el resto del mundo o con otras zonas de integración: Ejemplo Unión Europea (U.E.).
FUENTE: IDENTIDAD Estudios Sociales 10° año.  Ediciones Holguín.  págs. 167 - 168. 



ELABORAR EL SIGUIENTE ORGANIZADOR GRÁFICO.
Extractar las ideas más significativas siguiendo los siguientes pasos:
1.      Leer y subrayar lo más significativo haciendo la pregunta:  QUE SE DICE ?, del subtema.
2.      Trasladamos lo subrayado al cuadro correspondiente, según el ejemplo que está a continuación.