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domingo, 7 de abril de 2013

SEGUNDO DE BACHILLERATO


Caracterizar el predominio religioso en la sociedad ecuatoriana, a partir de la reflexión de los acuerdos Estado- Iglesia.
Predominio religioso, acuerdos Estado-Iglesia
Cuando García Moreno llegó al poder décadas de forcejeo, entre el Estado que intentaba imponer el Patronato y el Clero junto al Vaticano que defendían su autonomía, habían afectado a la iglesia.  La formación y cultura del clero eran deplorables; obispados y otras dignidades quedaban vacantes largos períodos porque no habían acuerdo para llenarlo.  A esas alturas nadie planeaba una separación de los dos poderes se pensaba que era necesario un Concordato con el Papa, que se firmó en 1862, en medio de protestas.  El municipio de Guayaquil lo calificó de inconstitucional y  atentatorio a la soberanía del país.  Los moderados juzgaron que se daba excesivo poder a la iglesia.  Los obispos y canónicos vieron bajar sus rentas con la creación de nuevas diócesis.  Los frailes temían la reforma.  Pero el Concordato con pocas reformas, fue ratificado definitivamente pocos años después.
El Concordato establecía a la Católica como religión del Estado, con exclusión de otras; estipulaba la existencia en cada diócesis de un seminario dependiente del obispo, que podía vigilar la educación condenar maestros y prohibir libros los eclesiásticos podían comunicarse libremente con el Vaticano, que crearía libremente diócesis; se daba libertad a la venida de comunidades religiosas  y recursos estatales para la misiones.  A cambio, el presidente del Ecuador conservaba reducidas las atribuciones del Patronato.  De acuerdo al Concordato, la iglesia tenía derecho de adquirir bienes, de cuya administración tomaba cuenta el Vaticano.  Los diezmos corresponderían un 50 % al gobierno.
García Moreno pensaba que la iglesia sería el eficaz instrumento de consolidación de su programa.  “De nada nos servirían nuestros rápidos progresos – insistía_- si la república no avanza día a día en en moralidad en la medida en que las costumbres se reforman por la acción libre y salvadora de la Iglesia Católica”.  Planeó por ello una relación compleja que trajo innumerables conflictos.  El Concordato permitió “reformar” a los religiosos nacionales con intervención del clero extranjero.  El proyecto requería de religiosos que elevaran el nivel educativo de las élites y también de la pasividad de los grupos populares, afectados por el proceso de acumulación que se llevaba adelante.
Benjamín Carrión, socialista, decía de este Concordato: ”el dictador aristocratizante y gamonal necesitaba unos curas (extranjeros)…dependientes exclusivamente de su autoridad, que le ayudarán al sometimiento de esos indios y cholos levantiscos que ya querían libertad, igualdad y fraternidad”.